Rolitas

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Mensaje 3/ La Tierra vista desde el Mar de Paul Claudel



Celebremos también el agua como patrimonio irremplazable de toda la humanidad

La espiritualidad ortodoxa emplea las imágenes del agua para describir la lucha para corregir el equilibrio entre materia y espíritu, entre cuerpo y alma. En la práctica ascética ortodoxa, las lágrimas funcionan como una manera de invertir hábitos que abusan la creación y dividen el mundo. El silencio de las lágrimas y la quietud del agua (Ver Salmo 22) hacen eco de la necesidad de volver a enfocar la atención en compartir los regalos de Dios de forma equitativa. Las profundidades del océano resuenan con las profundidades del silencio. Esta es la razón por la cual la práctica espiritual ortodoxa pone énfasis en la quietud como un camino al corazón humano y una ventana al abismo divino. Paul Claudel observó alguna vez: “Todo lo que el corazón desea puede reducirse a una figura de las aguas.” Unos 2.500 años atrás, Thales de Mileto fundó su escuela filosófica sobre la misma convicción: “Todas las cosas son agua.”


Junto con Rabindranath Tagore, Paul Claudel ha escrito algunos de los textos que guardo más cerca de mi corazón. Paul Claudel se preguntaba:


¿Acaso vivir es el fin de la vida?
¿Acaso vamos a permanecer eternamente sobre la tierra?
Lo importante es amar.
Aquí está la dicha, la gracia,
el sentido de la vida y la eterna juventud.
¿Qué vale el mundo comparado con la vida?
¿Y para qué sirve la vida sino para darla?
Por eso, no te atormentes tanto, cuando es algo tan simple, amar y obedecer.



El texto que más me impactó a los 11 años cundo lo leí por primera vez y que sé de memoria es "La Tierra Vista desde el Mar", que no sé por qué siempre que lo leía, me imaginaba que el mar era el cielo azul y que el navío iba navegando entre nubes, bruma y frío. Cada quién ilustra en su mente lo que va leyendo y ese es mi primer recuerdo de este texto.


Venimos del horizonte y nuestro navío se enfrenta al muelle del mundo. Y al surgir el planeta se despliega ante nosotros su inmensa arquitectura. Una gran estrella decora la mañana y desde la pasarela se ofrece ante mis ojos la aparición azul de la tierra. Para defender al sol de la persecución del océano en movimiento, el continente establece el orden profundo de sus fortificaciones y la brecha se abre sobre la campiña dichosa. Por largo tiempo en pleno día, bordeamos la frontera del otro mundo. Animado por los vientos alisios nuestro navío se desliza y salta sobre el abismo elástico en que se apoya con todo su peso. Y yo me siento flotar en el azur, cautivo de lo infinito, suspendido en la intersección del cielo, miro por debajo de mí a la tierra sombría desarrollándose como un mapa. Al mundo enorme y humilde. La separación es irremediable; estoy alejado de todo, solamente la mirada me liga a las cosas. 
No me será concedido apoyar mis pies en un suelo firme y seguro, ni construir con mis manos una morada de piedra y de madera, ni comer en paz los alimentos cocidos en el fuego doméstico. Pronto dirigiremos la proa hacia lo que ninguna ribera limita y bajo el formidable aparato del velamen, nuestro paso en medio de la eternidad monstruosa sólo será señalado por las luces de posición.
Paul Claudel

0 comentarios:

Publicar un comentario

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More