Rolitas

lunes, 27 de diciembre de 2010

La fiebre del oro...de verdad era tan fácil conseguirlo y cambiar tu vida en un santiamén

Hombres blancos y Chinos buscando oro
Siempre me han llamado la atención las historias de tesoros que yacían escondidos en zonas arqueológica, en cavernas o debajo del mar. Y siempre tuve curiosidad por sabe si de verdad en la época de la fiebre del oro, era tan fácil cambiar en un día tu destino y el de toda tu descendencia de por vida hallando unas cuantas pepitas de oro.


Más allá de prejuicios en contra del oro, los metales y piedras preciosas y el dinero en sí. Mi posición es que el dinero no es bueno ni malo, es una moneda de cambio y el hecho de que mucha gente se haya pervertido, corrompido y degradado a menos que guano a través de los siglos echándole la culpa de todo  al "dinero" pues me parece totalmente falto de responsabilidad y sentido común. Habría que ser más responsables y aceptar lisa y llanamente si uno usa el dinero como moneda de cambio para cubrir necesidades básicas o aceptar si uno es  superfluo y deja de comer por comprar trapos o zapatos nuevos.  Bueno, que aquí no me voy a dedicar a escribir sobre el maléfico poder del dinero ni sobre sus bondades mágicas porque en ese sentido cada quien opina como le va en la feria y se respeta, incluso diré que varias personas (las menos...realmente casi ninguna) puede de vez en vez desprenderse del dinero para ayudar a alguien más y se agradece, quien no ayuda pues para eso está el libre albedrío...pero repito, que luego no le echen la culpa al dinero de sus acciones, como si las monedas pudiera hablar y mucho menos, amenazar de muerte. 
En fin, dejando este lado oscuro del mal uso del dinero continúo con la historia de la fiebre del oro.
La fiebre del oro de California fue un fenómeno social ocurrido en Estados Unidos entre 18481855; caracterizado por la gran cantidad de inmigrantes que llegaron a las cercanías de San Francisco (California) en busca de dicho metal. Este fenómeno comenzó cerca del pueblo de Coloma, cuando se descubrió oro en Sutter's Mill. Cuando la noticia del descubrimiento se esparció, alrededor de trescientas mil personas emigraron a California desde el resto de los Estados Unidos y de otros países.
Los primeros buscadores de oro, llamados "Forty-niners", viajaron a California por barco por la ruta de Cabo Hornos o en caravanas atravesando el continente, enfrentando un viaje muy duro la mayoría de las veces. La mayoría de los inmigrantes eran estadounidenses, pero la fiebre del oro también atrajo decenas de miles de personas desde IberoaméricaEuropaAustralia y Asia. Al principio, los buscadores de oro recogían el oro en los arroyos y lechos de los ríos usando técnicas simples como el cribado, pero más tarde desarrollaron métodos más sofisticados para la extracción del oro que fueron adoptados en todo el mundo. Algunos de estos buscadores de fortuna se hicieron millonarios, pero la mayoría se quedó con poco más de los bienes que tenía cuando la fiebre comenzó.
Los efectos de esta migración repentina fueron espectaculares. Antes de la fiebre del oroSan Francisco era una aldea diminuta, y con la fiebre la aldea llegó a ser una ciudad. Se construyeron escuelas, caminos e iglesias, y se fundaron otros pueblos. Se creó un sistema legal y de gobierno, lo cual llevó a la admisión de California como estado de la Unión en 1850. Los nuevos medios de transporte, como el barco de vapor, entraron en servicio en el estado, y se tendieron líneas de ferrocarril. También se inició el negocio de la agricultura, el segundo rubro de mayor crecimiento en California.
La fiebre del oro también tuvo efectos negativos: los aborígenes de la región fueron atacados y expulsados de sus tierras tradicionales. Importante fue también el impacto ambiental que la minería produjo.
El 24 de enero de 1848, en Sutter's Mill, el rancho del general John Sutter, en Coloma, en las cercanías del Río Americano, el capataz James Marshall y sus hombres construían un molino de harina cuando encontraron pepitas de oro. Al saber del descubrimiento, Sutter quiso mantener la noticia en secreto, pues temía que sus planes de crear un imperio agrícola se vinieran abajo si había una inmigración en masa en busca del oro. Sin embargo, los rumores se esparcieron rápidamente, y el 15 de marzo siguiente el periódico The Californian publicó la noticia. El periodista que la firmaba, Samuel Brannan, inmediatamente puso una tienda de suministros para los cazafortunas que llegarían. Brannan corrió por las calles de San Francisco, con un frasco lleno de oro y gritando"¡....oro, oro! ¡Oro en el río Americano!".
En la que fue llamada la "primera fiebre del oro de clase mundial", no había un modo fácil de llegar a California. Los Forty-niners se enfrentaron a condiciones muy adversas, que en ocasiones los llevaron a la muerte. Al principio, los llamados Argonautas, viajaron en barco. Un viaje marítimo desde la costa Este de los Estados Unidos llevaba de cinco a ocho meses, pues era necesario recorrer 33.000 kilómetros para rodear por el sur al continente americano. Una ruta alternativa consistía en atravesar el Istmo de Panamá con mulas y canoas, lo cual llevaba una semana, y, una vez en el Océano Pacífico, embarcarse en una nave que se dirigiera hacia San Francisco. Una tercer ruta, que era más barata y llevaba menos tiempo de recorrido, era abordar un barco en Nueva York, o cualquier otro puerto de Estados Unidos, rumbo a Veracruz o Tampico, en México, viajar por tierra hasta GuadalajaraTepic o San Blas; y de ahí cabalgar hasta Mazatlán. Ahí los futuros gambusinos abordaban barcos que al cabo de cuatro a cinco semanas los llevaban hasta San Francisco. Al final, la mayoría de los viajeros acabaron tomando la ruta terrestre que atravesaba los Estados Unidos; en particular por la ruta de California, puesto que, más al sur, los territorios de Arizona y Nuevo México, incluido el río Gila, eran un obstáculo casi imposible de franquear. Cada una de estas diferentes rutas tenía sus propios riesgos mortales, desde naufragios hasta fiebres tifoideas, pasando por el cólera.
Para satisfacer las necesidades de los recién llegados, barcos cargados con mercancías de todo el mundo llegaron en masa a la bahía de San Francisco. Llegó a haber barcos cargados de porcelana y seda de China, o de cerveza de Escocia.
Los capitanes de las embarcaciones tenían problemas con sus tripulaciones, pues al llegar a San Francisco, los marineros desertaban para ir a los campos de oro. Esto transformó a los muelles del puerto en junglas de mástiles, por los cientos de barcos abandonados. Personas emprendedoras tomaron algunos de estos barcos abandonados, transformándolos en bodegas, tiendas, tabernas y hoteles. Hubo uno que fue transformado en cárcel. Muchos de estos barcos fueron posteriormente destruidos y utilizados como relleno para agrandar el área edificable en el boyante pueblo.
En pocos años, se desarrolló una importante, aunque poco conocida, comunidad de gambusinos hacia el norte de California, llegando hasta los condados de Siskiyou, Shasta y Trinity. Cuando se descubrieron pepitas de oro en Yreka en 1851, miles de buscadores de oro viajaron hacia el norte, por la ruta llamadaSiskiyou Trail, a través de los condados norteños de California.
Varios asentamientos aparecieron y desaparecieron rápidamente, como Portuguese Flat. En otro de ellos, el pueblo de Weaverville, aún funciona el templo taoísta más antiguo en California, legado de los inmigrantes chinos. No quedan muchos pueblos fantasma de la época, pero el pueblo de Shasta está bien conservado, e integra la lista de Parques Históricos del Estado de California.
También se descubrió oro en el sur de California, pero en una escala mucho menor. El primer descubrimiento fue en las montañas al norte de Los Ángeles, en 1842, cuando California era parte de México. Sin embargo, estos yacimientos no atrajeron mucha atención, y económicamente tuvieron consecuencias limitadas.
La mayor parte del oro fácil de recoger ya había sido obtenida para 1850, por lo que la atención se desvió hacia la extracción del mineral en localidades más problemáticas. Los estadounidenses comenzaron a rechazar a los extranjeros, para quedarse con el poco oro que aún era fácilmente obtenible. La legislatura del estado aprobó un impuesto especial para los mineros extranjeros, de veinte dólares al mes. Además, los mineros estadounidenses comenzaron a organizarse para atacar a los extranjeros, especialmente latinoamericanos y chinos.
Adicionalmente, las multitudes de inmigrantes estaban obligando a los aborígenes a salir de sus áreas tradicionales de caza y pesca. Para proteger sus hogares y su forma de vida, éstos comenzaron a atacar a los mineros, lo cual originó una serie de contraataques sobre los pueblos indígenas. La inferioridad en el armamento de los indígenas provocó que éstos fueran masacrados. Aquellos indios que escaparon a las masacres encontraron la muerte al no tener acceso a caza, pesca o recolección. El novelista y poeta Joaquin Miller refleja uno de estos ataques en su trabajo semiautobiográfico "La vida con los Modocs".



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