Rolitas

lunes, 20 de septiembre de 2010

De lo perdido... lo encontrado

Me encontré viviendo en una esfera llena de los más diversos matices, todos ellos nuevos y desconocidos para mí, tan fascinantes y deseables como el fruto más delicioso.
Me limité a vivir el aquí y el ahora y por primera vez en varios años la noción del tiempo desapareció. Era como atrapar los segundos en mi puño y soltarlos de a poco a voluntad.


La presión del trabajo más que agotarme me producía adrenalina suficiente como para sentirme feliz dentro de la rutina diaria que incluía cinco horas de tráfico al día entre multitudes bulliciosas y ocho horas sin breaks pegada al headset  atendiendo servicialmente a los clientes más engreídos en las situaciones más complicadas...y a pesar de eso me satisfizo enormemente saberme en medio de esa gama de matices tan distintos que existían, olvidando por completo que en el exterior, mi esfera mostraba un sólo color, fijo, uniforme y hasta convencional.


Dentro de esa misma esfera conocí sensaciones que antes sólo había podido imaginar. El valor de salir a buscar mi camino y buscarme un nuevo espacio, un nuevo hogar, querer dar el cien en el trabajo y lograr una estabilidad y una independencia real en todos los sentidos. Pero...¿quién puede considerarse verdaderamente independiente cuando depende totalmente de sus emociones?...


Por un tiempo eso no me importó mucho. Me dejé llevar por mi corazón tanto para emprender una nueva vida en el plano laboral y profesional como también en el emocional y sentimental. Percibía como un ente bello y aguerrido guiaba todas mis acciones...¿voluntad?, ¿pasión?...No sé exactamente que fue pero sentía como una energía muy intensa emanaba desde mi interior y hasta parecía masoquista cuando llegaba al trabajo con una sonrisa en la cara cuando casi todos los demás demostraban su hastío y descontento, (hummm...tener humor negro ayuda bastante). Desde allí comencé a percibir que ciertamente lo que hacía, mi trabajo, no determinaba la persona que yo era. No era el trabajo el que iba a definirme, era yo quien iba a dejar mi esencia en el desempeño del mismo.


Con una mente abierta más que gustarme, me atraía sentir todos esos matices. Si en mi vida profesional y laboral desbordaba tal efervescencia, mi vida personal no sería la excepción.
Es verdad lo que me dijeron sobre que parece existir una droga producto de la química del cuerpo que nos mantiene perdidos en otra dimensión cuando nos enamoramos, y cada vez que sucede el efecto es exponencialmente mayor.
Hummm, a decir verdad no creo que ni el más completo libro de alquimia de la antigua Persia pudiera conjugar todos los componentes que genera el cuerpo extasiado, la libertad es ilimitada y esa libertad física y mental compartida por hilos invisibles se queda para siempre como una marca imperceptible...una parte en la mente y otra en el corazón. (2008)

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