Cálido frío

Cálido frío que se ha dejado sentir desde hace dos semanas. Invita a abrigarse y dormir un sueño fugaz y eterno entre texturas cálidas, suaves y abrigadoras, entre imágenes de atardeceres a las 5:30pm donde el sol decora con filos dorados las hojas verde lima, casi amarillas por el otoño en los árboles. Esas hojas al colarse el sol parecen espejos danzando con el viento a veces grácilmente, otras, arrebatadas y furiosamente que casi arecen emitir el sonido de mil cascabeles agitados por los robustos brazos de árboles que desean divertirse un rato meciendo sus ramas aquí y allá. Bailando tan a tono que ya los hubiera querido Ginger Rogers para la coreografía de una de sus películas.

En este cálido frío se antoja el café de avellana, el mullido sofá, estrechar manos, dar abrazos y cobijarse en uno para dormir todo el invierno calentito. Se antoja el chocolatito espumoso del Moro frente a la Alameda, y sus incomparables churros azucarados.

El viento en este pleno noviembre de 2010 es como cualquier otro de siglos atrás, simple, llano y cargado de intensidad limpia la azotea de mi cabeza, se lleva volando cosas y pensamientos viejos y deja ver los cometas multicolor que los niños vuelan seguros y confiados llevando sus sueños con fuerza y claridad directo al sol.